La Iglesia Católica recomienda que las personas se vacunen contra el COVID-19, y por una buena razón.
El Vaticano ha declarado que la conexión con el tejido fetal abortado es lo suficientemente remota, que es moralmente permisible vacunarse.
Por lo tanto, dado que la Iglesia Católica ha recomendado formalmente que sus miembros reciban la vacuna, no se aplicaría una “exención religiosa” a los católicos.
La Iglesia también enseña que las personas no deben ser obligadas a vacunarse contra su voluntad. La Diócesis de Oakland no exigirá la vacunación obligatoria para nuestros empleados y clérigos. Pero ordenamos que los empleados de nuestras escuelas católicas que no puedan o no quieran vacunarse, se hagan la prueba de COVID-19 semanalmente.
Si un católico siente que vacunarse está en contra de su conciencia, es una decisión entre él y Dios. Es cierto que la Iglesia enseña que las personas deben seguir su conciencia. Pero un sacerdote u obispo no pueden firmar una “exención religiosa” para una objeción de conciencia. Son dos asuntos diferentes.
Como fieles católicos y ciudadanos responsables, tenemos la obligación moral y civil de proteger el bienestar de nuestra sociedad. Vacunarnos es protegernos a nosotros mismos, al prójimo y ayudar a detener la propagación de este virus mortal.
El Papa Francisco recibió la vacuna. También lo hizo el Papa Benedicto. Le recomendamos a usted que también se vacune.